Esta nota fue publicada también en la web de Clarin Buena Vida el día 21/11/2017
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Al pie del artículo pueden encontrarse todas las referencias bibliográficas.

 

El potencial impuesto a las bebidas azucaradas ha suscitado un debate interesante. El potencial impuesto a las bebidas azucaradas ha suscitado un debate interesante. Sin embargo, la gran cuestión ausente en la discusión parece ser la central: la salud pública.

Poniendo el foco en este punto, y dejando por fuera la cuestión política coyuntural, evaluemos qué evidencia hay respecto la eficiencia de este tipo de gravámenes.

Empecemos por el razonamiento tentativo subyacente de la cadena causal.

1) El sobrepeso, la obesidad, y enfermedades asociadas (diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular) son problemas de primera magnitud en la salud pública global.

2) El consumo de bebidas azucaradas está asociado a una mayor incidencia de estas enfermedades.

3) Poner impuestos a las bebidas azucaradas encarecería el acceso, y disminuiría el consumo.

4) La salud pública se vería impactada positivamente.

5) El estado o, a fin de cuentas, todos los contribuyentes, ahorraríamos una cantidad significativa dinero a mediano y largo plazo en concepto de costos de salud pública.

¿Son el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades asociadas un problema serio en Argentina?

La obesidad alcanza en Argentina alcanza cifras aproximadas del 29%.
Así lo indica el “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2017”, publicado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). La  Organización Mundial de la Salud (OMS) , por su parte, en un relevamiento realizado en el 2016, indica una incidencia de diabetes tipo 2 que alcanza aproximadamente al 10% de la población.

¿Hay evidencia de que las bebidas azucaradas aumenten la incidencia de sobrepeso, obesidad y diabetes?

Sí, la hay y es muy contundente [1-4]. Incluso son la principal causa de caries y erosión dental [5].Es importante recordar, al menos desde lo nutricional, que este tipo de productos aportan solamente las tristemente célebres “calorías vacías”, lo cual significa que meramente contienen energía y ningún nutriente esencial. Por otra parte, no debe pensarse que esto es un impuesto solamente a las gaseosas, sino a todos los productos del mercado de bebidas que contengan azucares. No estamos hablando exclusivamente de azúcar de caña, sino también de jarabes de glucosa, fructosa, y otros azucares que se suelen agregar a este tipo de productos. Esto es importante para considerarse a la hora de articular la ley para no dejar potenciales agujeros legales.

¿Existe evidencia de que la medida tenga un efecto positivo en la salud pública?

Tanto la OMS como la OPS promueven la implementación impuestos a bebidas azucaradas para luchar contra la pandemia de sobrepeso, obesidad y enfermedades relacionadas [6, 7]. Y lo hacen basándose no solo en la teoría, sino también en casos testigo.En Mexico, más del 70% de la población sufre sobrepeso u obesidad. A raíz de esto, en el año 2014, se aprobó impuesto a las bebidas azucaradas. En un estudio llevado a cabo por la Universidad de Carolina del Norte at Chapel Hill’s Gillings School of Global Public Health en conjunto con Instituto Nacional de Salud Pública de México, encontraron una disminución en el consumo del 5.5% el primer año y un 9.7% el segundo año tras la implementación del impuesto. Los mayores cambios se explican principalmente desde los sectores de bajos ingresos, en los que se ve una reducción aún mayor: 9% el primer año y 14% el segundo. El efecto en términos de impacto en salud de la población y en los costos del sistema público todavía no han podido ser mensurados, dado que se necesita un periodo de tiempo mayor para poder evaluarlo.Una experiencia similar en la ciudad de Berkeley (California, EEUU), muestra una disminución en las ventas de bebidas azucaradas de aproximadamente un 10% y un aumento en las ventas de agua y otras bebidas sin azúcar [8]. Sin embargo, a diferencia del caso mexicano, esta ciudad tiene la particularidad de tener habitantes con ingresos medios-altos, y con un nivel de educación elevado, lo cual sugeriría que la medida puede ser positiva en varios estratos socioeconómicos.Existen también casos en Sudáfrica, Brasil, India y otros sitios de EE.UU, y la evidencia apunta a que la medida es efectiva en la reducción del consumo de bebidas azucaradas. Sin embargo, hay un punto esencial a tener en cuenta: el precio [9, 10].

Encarecer el producto: clave para el éxito de la medida.

Parece obvio que un impuesto encarecería el costo para el consumidor, pero esto no necesariamente es tan lineal.Imaginemos que el impuesto fuera de un 10% ¿Aumentaría el precio del producto entonces un 10%? No necesariamente. El pasaje a precios, también conocido como “pass-through” puede variar mucho. Las empresas podrían intentar reducir costos en la cadena para intentar que el producto no suba en la misma magnitud, e incluso presionar a sus proveedores, dado que muchas de estas empresas son multinacionales y tienen tajadas muy grandes del mercado. Otras cuestiones propias de la dinámica del mercado también podrían impactar. Por ejemplo, si se diera el caso de que la demanda de azúcar del mercado interno cayera, el exceso de oferta podría provocar una caída en los precios, provocando finalmente una caída en el precio del producto terminado, y un retorno al punto de partida.
Pasadas experiencias muestran que el pasaje a precios es la clave de que el impuesto provoque una disminución en el consumo. En este sentido, si el consumidor no aprecia que el producto se encarece de manera significativa, es probable que no disminuya su consumo. El impuesto en el caso mexicano fue de un 10%.
Sin embargo, investigaciones que recogen las experiencias a nivel global (Sudáfrica, Brasil, India, EEUU), recomiendan un mínimo del 20% de aumento para lograr reducciones de consumo significativas en términos de salud pública. Asimismo, la reducción en las ventas de bebidas azucaradas suele traer aparejado un incremento en el consumo de agua y otras bebidas sin azúcar.

¿Qué dicen los que se oponen?

Uno de los principales argumentos esgrimidos por la industria de las bebidas azucaradas es que no se le puede asignar toda la culpa de la obesidad a este tipo de productos. Eso es estrictamente cierto porque el fenómeno es multicausal. Sin embargo, dentro de todos los factores que contribuyen a la incidencia de obesidad y enfermedades relacionadas, las bebidas azucaradas están ciertamente en el podio. De hecho, un estudio modelizado estima unas 184.000 muertes anuales asociadas al consumo de este tipo de productos debidas a diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y cáncer.
Otro de los puntos suele ser que el impuesto afecta en mayor medida a los sectores de menores ingresos. Esto es cierto y, de hecho, es gran parte del espíritu del impuesto, porque lo que se busca es que esto desaliente el consumo especialmente en sectores de la sociedad en los que el peso relativo del gasto en alimentos es más elevado. Al fin de cuentas y a pesar de que sea antipático, aquellos que más recorten su consumo serán los que más se beneficien en términos de salud.
Tampoco podemos dejar pasar otros argumentos, que suelen presentarse en formas diversas de falacias de apelación a la piedad, también conocidas como argumentos ad misericordiam, intentando manipular los sentimientos para sostener un argumento como válido. Por ejemplo, que es una medida anti-trabajo, dado que la cadena agro-industrial azucarera va a verse afectada, y que los empleos que de ella derivan podrían peligrar; o que se trata de un impuesto regresivo, porque los sectores más pobres de la población van a tener que gastar un porcentaje mayor de sus ingresos para afrontar los mayores precios. Argumentos, vale decir, que pueden sonar atendibles, pero a menudo no tienen ningún respaldo en la realidad. Sin embargo, en nuestra amada Argentina, “el que no llora no mama…”. Faltaría que salieran los dentistas a quejarse de que podrían tener menos casos de caries que tratar.

Claves

-El número de personas sobrepeso, obesidad y enfermedades asociadas sigue creciendo y las cifras son realmente alarmantes.

-El consumo de bebidas azucaradas está sólidamente asociado a una mayor incidencia de estas enfermedades.

-Para que el impuesto disminuya las ventas, debe ser significativo para el bolsillo del consumidor.

-En las experiencias con las que contamos, el impuesto ha demostrado reducir el consumo.

-Para ser considerada eficiente es fundamental que no sea una medida aislada. Debe enmarcarse en un programa integral que incluya campañas de educación nutricional y de otras políticas de promoción de consumo de alimentos saludables.

-Los efectos en términos de costos de salud pública llevan tiempo, y los casos son demasiado recientes como para una evaluación rigurosa al respecto. Esta medida puede resultar antipática para el consumidor, pero desde la perspectiva de la salud pública es potencialmente positiva y es, sin lugar a dudas, mejor que nada.

 

Referencias

  1. Malik, V.S., et al., Sugar-sweetened beverages, obesity, type 2 diabetes mellitus, and cardiovascular disease risk. Circulation, 2010. 121(11): p. 1356-64.
  2. Hu, F.B., Resolved: there is sufficient scientific evidence that decreasing sugar-sweetened beverage consumption will reduce the prevalence of obesity and obesity-related diseases. Obes Rev, 2013. 14(8): p. 606-19.
  3. Pereira, M.A., Sugar-sweetened and artificially-sweetened beverages in relation to obesity risk. Adv Nutr, 2014. 5(6): p. 797-808.
  4. Imamura, F., et al., Consumption of sugar sweetened beverages, artificially sweetened beverages, and fruit juice and incidence of type 2 diabetes: systematic review, meta-analysis, and estimation of population attributable fraction. BMJ, 2015. 351: p. h3576.
  5. Li, H., Y. Zou, and G. Ding, Dietary factors associated with dental erosion: a meta-analysis. PLoS One, 2012. 7(8): p. e42626.
  6. Organization, W.H., Fiscal policies for diet and prevention of noncommunicable diseases: technical meeting report 2015.
  7. Salud, O.P.d.l., Plan para la prevencion de la obesidad infantil

2014.

  1. Silver, L.D., et al., Changes in prices, sales, consumer spending, and beverage consumption one year after a tax on sugar-sweetened beverages in Berkeley, California, US: A before-and-after study. PLoS Med, 2017. 14(4): p. e1002283.
  2. Nakhimovsky, S.S., et al., Taxes on Sugar-Sweetened Beverages to Reduce Overweight and Obesity in Middle-Income Countries: A Systematic Review. PLoS One, 2016. 11(9): p. e0163358.
  3. Powell, L.M., et al., Assessing the potential effectiveness of food and beverage taxes and subsidies for improving public health: a systematic review of prices, demand and body weight outcomes. Obes Rev, 2013. 14(2): p. 110-28.

 

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