Actualmente, me toca estar viviendo en EEUU, particularmente en una ciudad llamada Champaign en el estado de Illinois.

En Champaign (y creo que en la mayor parte de los EEUU), los supermercados son el principal lugar para proveerse de alimentos. No hay fruterías, verdulerías, carnicerías, pescaderías, etc. Quizás en algunas ciudades pueda haber algunas, pero les aseguro que no representan un porcentaje significativo, todo lo contrario.

En este detalle, que puede parecer meramente cultural, radica un parte del problema de cómo se alimenta una gran parte de los habitantes de los EEUU.

En los supermercados hay una enorme variedad de alimentos de muy buena calidad, y a precios bastante accesibles para los ingresos que tienen. Esto lo aclaro particularmente para quienes consideran que el único motivo por el cual las personas eligen comida “chatarra” es porque es más barata. Y si bien es cierto que es barata, lejos está de ser este el único motivo por el cual una enorme mayoría elige alimentos con alto grado de procesamiento.
Los supermercados estadosunideneses son la meca de los alimentos ultraprocesados.
Debo decir que no es fácil estar bombardeado por productos tan seductores y optar por evitarlos.

En fin…cuestión que ayer fui a hacer las compras a un supermercado que se llama “Sam´s Club” y pasando por una góndola me encontré con esto.

bty

No pude con mi genio y tuve que frenar.

Honestamente, lo primero que se me vino a la cabeza es que los yankees son los reyes del marketing. El frente de este packaging es, comercialmente, una joyita.

(Lo bajé de su página web para que se pudiera apreciar mejor)

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Cada palabra, cada decisión, cada detalle está perfectamente pensado.

Quiero traducirles cosas fantásticas por si no entienden inglés.

  • “Comida real para gente real”
  • “Premium orgánico”
  • Libre de gluten, sin organismos genéticamente modificados, grano entero (o integral, para nuestros usos y costumbres)
  • Un snack “multi-grano” hecho con lino, quinoa roja y chía.

¿Qué puede salir mal?

Es orgánico, es real, para gente real, libre de gluten, sin organismos genéticamente modificados, con granos integrales, y hasta tiene lino, quinoa roja y chía!
(Ver Falacia de la composición) 

Y acá pido permiso para que me salga el español de adentro y poder decir:

“¡Joder, tío, que hasta tiene sal rosada del Himalaya!” (ver lista de ingredientes más abajo).

Si Popeye viviera en este tiempo, se olvidaría de las espinacas. Aunque habría que analizar si Popeye podría ser considerado como “gente real”.

Dejando un poco la joda de lado, voy al grano (integral…perdón, no pude resistirme).

Claro, la obesidad acá es una cuestión endémica, pero también hay una cierta búsqueda por productos más saludables por parte de los consumidores. No sé en qué medida es una búsqueda real o más bien un pequeño autoengaño, pero el punto es que esa búsqueda existe.

En ese sentido, las compañías han entendido que tienen que ofrecer productos que parezcan significativamente más saludables. Y sí, hago énfasis en el “parezcan”.

Sin embargo, no pueden darse el lujo de resignar palatabilidad. Es decir, tiene que parecer más saludable, pero tiene que seguir siendo muy muy (dos «muy», no hay error) rico.

Por eso, este caso es muy bueno para graficar el concepto del que estoy hablando.

Les quiero dejar las etiquetas de este producto para que lean los ingredientes y las tablas y saquen sus propias conclusiones más allá de mis comentarios. Y, junto con eso, la etiqueta de un producto universalmente considerado como “comida chatarra”, que son los Doritos.

Wild Roots (las que están arriba)

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Doritos

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¿Son nutricionalmente mejores estas Wild Roots que unos Doritos? (que es al que yo supondría intentan reemplazar/superar) Seguramente que sí, pero más anecdóticamente que otra cosa. Algunas calorías menos, algún gramito de grasa menos, algo menos de sal, y un poquito más de fibra. De hecho, algo que se puede leer en el reverso del envase (lo dejo en las imágenes al final) y que dice “feel free to snack”, lo cual se traduce como “sentite libre para ¨snackear¨”, y que se interpreta como “comé todas las que quieras que no pasa nada”. Y esto puede, en cierta medida, ser más peligroso para el consumidor que el producto original, dado que puede llevarlo a sobrecompensar con cantidad.

 

En el fondo es un maquillaje. Para que las empresas sigan teniendo cautivo al consumidor. Para que los consumidores crean que están tomando buenas decisiones sin resignar placer. Todos contentos.

Aunque la mona se vista de seda, mona queda.